viernes, 9 de enero de 2015

¿Por qué la política esta perdiendo a los jóvenes? : Rafael Rivera Cordero.



A los jóvenes les gusta cambiar las cosas, son dinámicos, mientras que a la política la ven estática. Quieren mudarlo todo, a veces con demasiada prisa, porque ellos mismos, a causa de la adolescencia, que hoy se prolonga hasta cerca de los 26 años según los psicólogos, están también cambiando biológicamente.

Por eso les gusta la velocidad. Les encantan las motos, los coches de carrera, los aviones. Son los hijos del movimiento, de lo instantáneo. No en vano, los creadores de internet cambian continuamente de aplicaciones. Se entusiasmaron con Twitter, después con Facebook, ahora con  WatsApp, mañana se cansarán e inventarán otro modo de comunicarse. Ya lo están haciendo. Ellos se conectan mejor con la antigua filosofía de los sabios griegos que decían “todo se mueve, nada está parado”. La inmovilidad no está en los genes del joven. Ellos aceptan cada vez menos a los líderes, a los capos, a los jefes. Son más de bandos que de partidos; más de manada que de ejércitos.

La política, en cualquiera de los regímenes, intenta conquistar a los jóvenes olvidando que ellos son sordos a los halagos de los que les dan órdenes y consignas.

Los jóvenes de hoy, los del planeta de internet, los que se nutren de la pantalla líquida y colocan sus mensajes en la nube, nos parecen llegados de otra galaxia. Están a caballo entre la modernidad en la que nacen y el DNA conservador recibido de los padres. Ambos suelen vivir en planos diferentes.

Ser joven en un contexto de incertidumbre: Rafael Rivera Cordero.



¿Pero, en qué consisten estas diferencias? Básicamente en que la juventud ha dejado de ser un periodo transitorio en la vida de las personas, definido por el paso de la dependencia —propia de niños y adolescentes— a la independencia —característica de los adultos—, para convertirse en una fase específica del recorrido vital, con una clara trascendencia en todos los órdenes de la existencia. En primer lugar, están las consecuencias del fenómeno del alargamiento de la juventud, por utilizar la afortunada expresión de Cavalli y Galland (1993). El incremento del tiempo que dedican los jóvenes a la formación, la prolongada permanencia en la casa familiar con el consiguiente retraso en la formación de nuevos hogares, la demora en la incorporación definitiva al mundo laboral y, en fin, las mayores posibilidades que esta combinación de circunstancias confiere a los jóvenes en el ocio y el consumo están marcando indefectiblemente la experiencia de las nuevas generaciones. El alargamiento de la juventud ha provocado en las últimas décadas en Europa la progresiva aparición de un nuevo estilo de vida juvenil en el que se mezclan diferentes contextos vitales. Entre otros factores, ello es fruto de la dilatación del periodo temporal que abarca y de la proliferación de muy diferentes situaciones intermedias, junto a lo que podría denominarse una comunidad de experiencias juveniles (Furlong, 2000). Ser joven, pues, deja de ser algo episódico para convertirse en una condición social específica (Wyn y White, 1998), aunque con límites imprecisos.

El papel de los jóvenes en la sociedad: Rafael Rivera Cordero.





La posición que los jóvenes ocupan en la sociedad y el papel que juegan en su devenir es uno de los temas que más controversias ha generado en los últimos años, y muy probablemente seguirá haciéndolo en un futuro. Desde que la juventud dejó de ser un periodo bastante indeterminado y pasajero del proceso de desarrollo de los individuos —cuando se identificaba prácticamente con la adolescencia— para convertirse, a lo largo del siglo XX, en una etapa definida y reconocible del recorrido vital, ha persistido el interés no sólo por definir sus características como una fase más de la vida, y por establecer los rasgos que la distinguen de las otras —infancia y edad adulta—, sino también por indagar cuáles son sus necesidades, deseos, pautas de actuación, niveles de compromiso, etc. Tras la mayor parte de los debates sobre estas cuestiones late la preocupación por la forma en que las nuevas generaciones se incorporan al orden social establecido, sus conflictos, y el grado de continuidad o cambio que introducen en los procesos sociales y políticos.

Los jóvenes tienen en claro al futuro: Rafael Rivera Cordero.



No quisiéramos decirlo, pero el México de hoy es incierto, violento y no podemos confiar en su clase política para tener un mejor futuro, dice el padre Solalinde sobre el panorama de la juventud. Yo creo que los jóvenes lo tienen claro.

La relación de los jóvenes y la política: Rafael Rivera Cordero.



Es en este contexto que debemos entender la relación de los jóvenes con la política y las nuevas formas de participación ciudadana, que no responden a los esquemas convencionales y que deben forzosamente situarse en el entorno socio-político en el cual se gestan, con sus respectivas variaciones y contradicciones.

Nuestra sociedad estigmatiza a los jóvenes y los discrimina: Rafael Rivera Cordero.





Nuestra sociedad estigmatiza a los jóvenes y los discrimina
Pocas veces reparamos en la exclusión institucionalizada, histórica y sistemática, 
de la que son víctimas y de la que somos responsables: el sistema educativo,
 el sistema laboral, el sistema de salud. 
Sin educación, empleo ni salud, los jóvenes tienen pocas opciones:
 la delincuencia, las adicciones, el suicidio o la migración.

Los jóvenes también seremos Gobernantes; Rafael Rivera Cordero.



LOS JOVENES TAMBIEN SEREMOS GOBERNANTES

Los jóvenes en el mundo actual estamos aptos para llegar a ser grandes líderes ya que 
la educación avanza día a día y cada vez las enseñanzas que recibimos son mejores 
a las anteriores; también se podría decir que el futuro no solo está en 
nosotros sino que ya somos el futuro de nuestro país.